lunes, 23 de marzo de 2009

la muerte

El paidopsiquiatra C. Cobo Medina (2004) se cuestiona en un sentido semejante:
La necesidad de impulsar una pedagogía y una terapia cultural de la Muerte, mediante el entrenamiento en d
terminadas vivencias enriquecedoras del valor de la vida que no sólo no niegan la muerte sino que la tienen
implícitamente en cuenta, lejos de fantasías o de pánicos macabros, a los que, por el contrario, neutralizan y
ahuyentan como a fantasmas. Una pedagogía de los sentimientos y de la conciencia moral, una pedagogía
del tiempo y de la memoria; de la contemplación y de la oración (religiosa o laica); una pedagogía de la
soledad y del silencio (de cómo se callan las cosas que suenan y de cómo suenan las cosas que están
calladas), de la oscuridad y de la quietud, una pedagogía del misterio (ejercicios, como, por ejemplo, ver las
cosas de una manera nueva, despojadas de su función cotidiana; amar el sonido de versos que no se
entienden, encontrar la armonía de un cajón revuelto, recuperar los sueños extraños perdidos en la noche..., y
de ese 'no sé' ante la muerte), un interés por la entrañable e innumerable genealogía de ancestros de los que
heredamos nuestros rasgos de identidad familiar, y también de esos otros de los que, aunque no estén
directamente vinculados a nuestros genes, heredamos bellísimas obras (ese consuelo inmortal del arte, de la
música, de la poesía, de la pintura...) y. fundamentales descubrimientos para la Humanidad.

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